Cada
palabra que recibo de su boca parece un pedacito de cielo, cada vez me enamoro
más como si no hubiera un límite para ello, en realidad no lo hay.
Me
emborracha el alma, ya estoy tan embriagada que no pienso ni escucho con
sensatez… ya nada es claro. Ya no tengo el control… y de hecho no es de mi
preocupación haberlo perdido.
Así
perdida me siento plena, me siento vulnerable y llena de susceptibilidad a
cualquier señal o gesto que envíes por mí.
Se
alzan los mares a la luz de la luna que es tuya y mía que siempre fue tan nuestra.
Eres
el mayor vicio, el cual he cometido
como un pecado, como un adicto, sin
remordimientos. Mi fruta prohibida, soy la serpiente que envolvió ese deseo en
ti y en mí. Como enredadera me colgué trepando a tu pecho, me fui enroscando a
tu cuerpo, para que me lleves en tus pasos.
Siempre
imaginé con un amor de cuentos, con vivir la novela de amor, más temeraria,
romántica y arriesgada de todos los tiempos, que apuesta alta tenía una
criatura ingenua como yo en mente. Tal vez no nací en la época, donde el noble metal de las espadas decidían el
destino de nuestras almas… pero debo admitir sin dudas que gracias a todos esos
enaltecidos deseos. Y a mí perseverante testarudez, mí infantil sueño se hizo
realidad, abrió caminos y puertas ocultas del universo.
Nos unimos en un solo momento eterno, creamos mas que un lazo un lenguaje unico y diferente.
La magia se cree extinta, pero quien dice que el amor no será los rastros de esperanza que en un lugar yace brotando como un manantial de fuegos artificiales. Porque así destella mi corazón al tocarse con el tuyo.
Nos unimos en un solo momento eterno, creamos mas que un lazo un lenguaje unico y diferente.
La magia se cree extinta, pero quien dice que el amor no será los rastros de esperanza que en un lugar yace brotando como un manantial de fuegos artificiales. Porque así destella mi corazón al tocarse con el tuyo.
Y te
encontré ahí, cuando no te esperaba. Y tú estabas al igual que yo moviendo tu
mundo para encontrar esa aventura.
Y a pesar de que siempre entre nosotros hay un
adiós, hay muchas formas de despedirse, dando la mano, dando la espalda,
nombrando fechas con voz de olvido, moviendo un ramo ya deshojado, por suerte a
veces queda un abrazo, dos utopías, medio consuelo, una confianza que
sobrevive, esa esperanza y entonces ahí viene el triste adiós, que dice que
ojalá vuelvas.
Pero
aun así si tu no vuelves yo iré por ti. Y si con todo ello no logro encontrarte
a la mitad del cielo, te amare de todas las maneras que uno puede hacerlo, te
convertirás en el gozo sencillo de mis días, desde la miel en mi boca y las risas de los niños…
estarás ahí tan presente como la calidez del sol sobre mi piel.
Y el
adiós es un extraño compañero, porque sigue aquí surfeando este mar de
estrellas conmigo a 4000 kilómetros de
distancia. Este es tu adiós yo te lo he guardado, madura cada día, con cada
florecer de los cerezos y con cada otoño que deshojan.
Nada
se detiene, ni yo me olvido, ni mi corazón incesante de anhelos.
Exprimo
nuestras vivencias y no las dejo quedarse en el pasado, hago que me acompañen
en mi camino, por nuestros astros, que nos guían, ellos y nadie como ellos que son el verdugo de la existencia, creo en su
ambiciosa justicia.
Aun
así no puedo avanzar contigo o con este pensamiento, porque te deseo a cada
instante.
Te amo
pero no luchare contra nuestro escritos destinados a ser o no. Seguiré
disfrutando de tu recuerdo, del nuestro que seguirá alterándome.
Estarás
ahí para cuando mis arrugas delaten un cuerpo anciano, seguirás amándome cuando
ya no tenga la radiante belleza de la juventud.
Por mi
amor que es lo único que poseo. Deseo que estés a mi lado para seguir estas
huellas, por el atávico camino de la fortuna, vívelo conmigo, a mi lado, en mi
mente, en mi corazón y en mis poesías.
Sigue
mis rastros, mi polvo de inocencia, la magia que se ha desprendido con los
años… está ahí como la estela de un barco navegando por corrientes tormentosas
y a veces calmas. Encuéntralo.
Bésame
antes de irte, llevo ese traje rosa y blanco que te enloquecía. Con encaje y enaguas enganchado en el porta ligas. Llevo
una taza de café esta mañana entre las manos y he escuchado un par de murmullos
de los vecinos, despertando, escribo unas líneas en mi cuadernillo y sobre mi
velador hay un gatito de cerámica que recordaras. Tiene tus ojos guardados y tu
voz.
Ven a
decirme que no lo olvidaras. Ven , mírame y dime que no extrañaras mi
estruendosa risa en la madrugada ni mis manos tocando tu espalda.
Cuando
tu voz susurre esas palabras, ¿Quién ha visto el viento? Ni tú ni yo lo hemos
visto, pero el viento sopla, y hace que tiemblen las hojas. Quién lo ha visto,
ni tu ni yo pero él está.
Y
entre tú, el viento y mi amor… La Fe
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